Experimentos domésticos: el Hogar


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Hace tiempo escuché a alguien decir que en el estudio de arquitectura donde trabajaba, una casa antigüa de una ciudad de Irlanda, tenían estufa de leña, y la encendían cada mañana. Quiero imaginar que no la encendía siempre la misma persona, sino que cada semana se encargaría alguien del equipo, no sólo de encender, sino también de mantener el fuego a lo largo de todo el día. Es una buena manera de hacer equipo, pienso. Y aunque sea más incómodo, menos eficiente que una calefacción completamente automatizada, tiene ese rastro de las labores cotidianas que alguien hace no sólo para sí mismo, sino para el común, algo que requiere un poco más de implicación, de arte, de capacidad de gestión de las labores domésticas compartidas, que pulsar un botón. Y eso que yo no soy una nostálgica de tiempo pasados; para mí es importante tener la posibilidad de pulsar ese botón, de manera que sea una elección consciente y no una imposición el calefactar un espacio con leña.


En el pasado no había elección, y así en muchas arquitecturas populares el hogar, el sitio donde se hacía la lumbre, que era a la vez chimenea y cocina, era el centro neurálgico de la casa, en torno al que se disponían todos sus habitantes. Así era en la casa de lo mineros, una construcción de 1888, donde la vida era bastente penosa, y ese rincón sería seguramente uno de los pocos donde tendrían algún momento de descanso. Sobre esta casa actualmente realizo, junto a un equipo de Silerus, un proyecto (no sólo) de rehabilitación, que incluye la reconstrucción de la chimenea-hogar, haciendo convivir, no sin tensión, sus huellas, su ruina, con nuevas tecnologías, para que sea a la vez un objeto capaz de transmitir las historias de la casa, así como una tecnología doméstica que cumpla su función de una manera más eficiente que en el pasado.
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Del lado de la arquitectura de arquitectos, una de las casas que más me intrigó al descubrirla es la Casa Vanna Venturi, que Robert Venturi proyectó para su madre, siendo construida entre 1962-1964. Es una obra que el arquitecto aprovechó para experimentar formalmente aquello que estaba investigando. Pudo ser así porque la cliente era su madre y confiaba en él. 
En esta obra la chimenea-hogar es uno de los elementos clave, no por su funcionalidad, sino principalmente por el simbolismo de su imagen. De hecho en el proyecto inicial su escala era mayor. Y es que toda la obra es una elección de elementos considerados por la disciplina arquitectónica del momento como ordinarios o extraordinarios, (lo cual formaba parte de su investigación en “complejidad y contradicción en la arquitectura”) puestos en tensión por los requerimientos del programa: debía ser la vivienda de una mujer anciana, amante del arte y la arquitectura y de los muebles que había ido recopilando a la largo de su vida. 



Más de cien años después de la Casa de los Mineros, y cincuenta después de la Casa Vanna Venturi, los habitantes de una masía en la aldea Cabranes, Asturias, han iniciado un proyecto de vida en la incomodidad de un mundo realmente rural. De esos mundos donde la industrialización casi ha pasado de largo, y ahora llegan con dificultad algunas nuevas tecnologías, y con sorpresa, algunos nuevos habitantes. Son habitantes que han vivido la experiencia de las grandes ciudades, incluyendo la experiencia de ser Okupas en lugares que mientras existieron fueron emblemáticos para parte de sus ciudadanos. A diferencia de los mineros, estos habitantes si han elegido estar ahí, entre otras opciones posibles. Y algunos de ellos saben que es un proyecto idealista, pero quieren estar ahí experimentando en primera persona todas sus implicaciones.
A mí esta separación tan radical entre lo urbano y lo rural me incomoda, y me gustaría que se superase empezando a hablar de otras realidades ruralcosmopolitas y viceversa, tendiendo mucho más a esa idea de metápolis de Françou Asher. Así este proyecto sería un nodo dentro de esa metápolis, que estaría compuesta por una red de grupos de personas que se han querido organizar para experimentar sobre entornos concretos, y compartir sus experiencias y conocimientos. Aparecerían los mapas de hipercontextos u otras nuevas representaciones, que necesitarán nuevas herramientas conectivas para construirlas.
Por eso prefiero definir esta masía más como un laboratorio-residencia artística, que como un proyecto de ecoaldea. Lo primero tiene la emoción de un lugar donde se experimenta y por tanto de donde pueden surgir nuevas modos de producción, en diferentes formatos: artísticos, domésticos, didácticos, corporales, tecnológicos...

Un ejemplo sería la estufa de leña realizada a partir de una bombona de butano reciclada y sin soldar, que versiona a las míticas estufas modelo Salamandra. Está expuesta en Re.HOgar13. Es evidente que no estamos hablando de un avance tecnológico. Aunque el objeto funciona bien, y sale más barato que comprarte una modelo Salamandra, el valor de este objeto es que es un diseño extremadamente reflexivo. Nos cuentan que la miras encendida y estás a la vez a gusto por el calor y en tensión porque mantiene el símbolo de la bombona de butano. No se han ido al campo a vivir tranquilos, están experimentando, están activos buscando otras maneras de hacer las cosas, y la creatividad necesaria para ello a veces requiere estar incómodo, estar en cierta tensión.



Quizás parezca que aportaciones de esta escala son demasiado menores para producir cambios significativos en lo arquitectónico, en lo político. Pero en la Guía SUB-Plan: A Guide to Permitted Development los autores se hacen la pregunta: are the implications of minor development more significant than planners imagine?" . Uno de los ejemplos de las transformaciones que estas actuaciones pueden provocar sobre lo construido, poniendo en tensión los límites de la legalidad, habla por sí mismo y se articula en torno a las chimeneas.
Para experimentar hay que poner cosas en tensión, y el hogar, entendido como casa y, en este post además, como lugar donde se hace la lumbre dentro de una casa, es un campo de experimentación realmente fértil por todas las implicaciones que tiene diseñar formas de habitar.

En las próximas semanas yo mantendré la estufa de leña de la casa en la que vivo. Me encantaría hacerme un día alguna como la de Re.colectivo para otras parte de la casa. Aunque ya puestos trataría de hacer una versión mejorada, De momento, puedo ya reafirmar la frase que oí decir a una anciana cuando le preguntaron si no tenía miedo de quedarse un día aislada en la casa y sin leña, a lo que ella contestó: “la leña calienta tres veces, cuando vas a cortarla, cuando vas a recogerla, y cuando la quemas”.
Y de paso experimentaremos otras formas de calefactar, que liberen de la dependencia de un único sistema o fuente energética.
 

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Hace poco me contaron la razón por la que se construyó un lago artificial bajo un puente en el Jardín del río Turia, en Valencia. Se debió a que durante un tiempo bajo ese puente se concentró una cantidad de sin techos lo suficientemente elevada como para considerarse un problema.


Mientras que algunas personas iban allí a dejar ropa, mantas, colchones y otros utensilios que pudieran ser de utilidad en ese contexto, otras proyectaban un lago, una superficie de agua que hiciese ese trozo de ciudad inhabitable por el ser humano.


Seguro que alguna mente fantaseó con la posibilidad de que, tras el desalojo de los sin techo y la construcción del lago, se construyesen chozas flotantes, al estilo de los habitantes de La Bañera, o chozas colgantes del puente, al estilo de ya sabes que famoso puente, o incluso que se construyese un puente bajo el puente…
y no porque esa mente fantasiosa piense que lo mejor para una ciudad es que la gente viva bajo sus puentes, sino porque simplemente es una realidad que existe gente tan necesitada como para hacerlo, y la solución no puede ser borrarla de las áreas de la ciudad donde no queremos verla.
No puede ser, pero es una solución muy común de los políticos al mando, seguramente porque el borrón y cuenta nueva es mucho más rápido y simple que la complejidad de un verdadero proyecto de rehabilitación sociológica, económica, arquitectónica, ambiental de una zona. Ciertamente lo último es muy complejo y requiere la habilidad de mirar de cerca, o mejor dicho, de interactuar de cerca con la realidad, sin negarla. 

En Alicante, la alcaldesa explicaba bien claro la razón por la que mandó demoler la plaza de Balmis: «El problema no era la plaza de Balmis, sino el ambiente que se había creado».

Se refiere a que era un plaza habitada principalmente por prostitutas y las visitas de sus clientes. Y al parecer, para dejar de ver esa realidad en la plaza existente, había que dejar de ver la plaza, había que demolerla, había que dar una nueva imagen, incompatible con la historia reciente del lugar. De esa historia no debe quedar ni rastro. Bueno, sí, algún azulejo


Yo, que nací en Alicante, nunca he tenido un vínculo afectivo por esta ciudad en sí, tal vez porque había que fijarse demasiado para encontrar el rastro de sus historias, de todas las que ocurrieran. Tal vez es eso, que no me fijaba lo suficiente. Quizás quede algún azulejo incrustado entre el nuevo hormigón de la plaza, que servirá a esos que sí se fijan y se empeñan en gritar que ALicante si tiene historias, y que no borrarlas ayuda a tener vínculos con ella.


Para las que no gritamos tanto por esta batalla (que por otras sí), lo que nos queda es fantasear. Ahora me imagino que alguien se hiciese con fragmentos de la plaza derruida, con azulejos de colores, y que reconstruyese una reinterpretación de la plaza en otro lugar. Y ahora me debato entre  que se reconstruye sobre la misma plaza del ayuntamiento o en medio del bosque. 

Confío en que existen soluciones mejores al borrón y cuenta nueva, que no son su opuesto, la conservación exacta y fiderigna de lo que hay. Mirar de cerca es una de las maneras de salirse de esos extremos, que en mi opinión, simplifican la realidad tanto que hacen que deje de ser humana.



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Hace ya más de un mes fuí invitada a una “mesa redonda” (en realidad era muy rectangular) en la localidad en la que vivo, Jacarilla. Junto a seis mujeres más y un hombre, hablaríamos, desde nuestra experiencia directa, de la relación entre género y el desarrollo de nuestras profesiones, o labores diarias...

Fue emocionante escuchar el relato de cada mujer y el del hombre, (que es mi primo Normando, con su proyecto de investigación sobre género y agua, desarrollado tras una experiencia en el Salvador).
Lo mejor fue conocer más las diferencias y los puntos comunes con las que son mis vecinas.

Mari Carmen, organizadora de aquella mesa, me pidió continuar lo que conté, en otra charla que tiene lugar esta tarde a las 20:00h.

El título que puse a esta charla ha sido: “Otras formas de hacer arquitectura. Desde lo micro, lo múltiple y lo existente”. Mari Carmen me sugirió cambiar el título por: otros modos de construir....para que fuese más dirigido a la población de esta localidad, con pocos arquitectos pero con muchos constructores.

He de confesar que, por alguna confusión mía, yo pensaba que la audiencia sería otra (en otra localidad, con otra asociación). Por eso contesté que no lo quería cambiar, porque de lo que quería hablar era de la diversidad de formas de ejercer labores que estén directamente afectando a los modos de construir y de habitar el entorno, y que todas ellas son modos de hacer arquitectura.

En definitiva quería hablar de la infinidad de tareas que hay por hacer, de las infinidad de posibilidades de acción que existen, de la diversidad de habilidades y conocimientos que hemos adquirido o vamos adquiriendo, que nos permite trabajar en campos de acción diversos (a unos más que a otros)....

Pero claro, tratándose de un pueblo de constructores...he decidido focalizar la charla en todo aquello que atañe directamente a la construcción, sus oficios, sus recursos (tecnológicos, materiales, humanos), y sus servicios.

Y para ello voy a utilizar como eje de toda la explicación la propuesta de proceso de rehabilitación de La Casa de los Maestros, un Bien Público de Relevancia Local, en Jacarilla, que desarrollamos a petición de las actuales concejalías de cultura y urbanismo de esta localidad.


Creo que es un buen ejemplo para explicar estos otros modos de hacer arquitectura, diferentes a los que propusieron hace unos años un estudio de arquitectura para esta misma casa. Su propuesta consistía en demolerla y construirla de nuevo con otros materiales pero que (al menos en fachada) reprodujese la forma original.

La propuesta, de lógica (y sensibilidad) radicalmente opuesta a la demolición, que expondré en la charla, fue un trabajo realizado por María Conesa Sánchez, Sergio Ceballos, Jose Milara, y Normando Sánchez Javaloyes, desde la plataforma Proyecto áSILO. Fotografía de María Conesa Sanchez.

Hablaré siguiendo las palabras clave que ya usé en aquella mesa: trabajar desde lo micro, desde lo múltiple, y desde lo existente, que ya sé que esto es muy genérico, pero para eso todo se vertebrará con ejemplos.

Y para que este post no sea infinito, tras la charla y el turno de preguntas y respuestas con mis vecinos, colgaré en un post el resto de la exposición y las conclusiones.
Aquí unicamente una imagen y una pregunta:



Shahrazad, y otros cuentos de heroínas

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“Sueños en el Umbral” es el libro más dulce que recuerdo haber leído. Su primera lectura fue casi táctil. Me llegó a través de una cadena de amigas, con origen en Ana Enguita. Creo que la frase con la que pasaba de unas a otras era: “toma, éste es un libro que toda mujer debería leer”. Por supuesto es un libro para que lea toda persona, pero sí, estar sensibilizada con las cuestiones de género (se sea o no mujer) y tener algún tipo de vínculo con el mundo árabe-musulmán, aunque sólo sea la consciencia de tenerlo presente, te hace disfrutar y crecer con su lectura.

Algunos comparan el libro con el de “Las mil y una noches”, aunque no tenga nada que ver en cuanto al formato narrativo, la comparación viene de la capacidad seductora, entre la fábula y la experiencia cotidiana vivida, de las protagonistas, que son las narradoras. En el segundo capítulo del libro, Fatima Mernissi relata como descubrió el mito de Sharazad y por qué los cuentos de “Las mil y una noches” se llaman así. Dice:

“Me sorprendió comprobar que muchos occidentales consideraban a Shahrazad una animadora encantadora pero simple, alguien que cuenta historias inocuas y viste de manera fabulosa. En nuestra región del mundo vemos a Shahrazad como una heroína valerosa y es uno de nuestros escasos personajes femeninos míticos. Es una estratega y una gran pensadora, que utiliza su conocimiento psicológico de los seres humanos para hacerlos caminar más deprisa y saltar más alto. Como Saladino y Simbad, nos hace más osados, nos da seguridad en nosotros mismos y en nuestra capacidad para transformar el mundo y sus habitantes.”

Efectivamente, yo como occidental no tenía esa imagen de “Las Mil y una Noches” ni de la protagonista del cuento que enmarca todos los demás, Sharazad, una cuentacuentos experta “convencida de que tenía un poder excepcional y conseguiría poner fin a las muertes. Curaría el alma atormentada del rey hablándole de las cosas que les habían pasado a otros, simplemente. Lo llevaría a tierras lejanas para que observara costumbres ajenas y se acercase más a su propia enajenación interior...”Shahrazad estaba segura de que si conseguía que el rey se viera a sí mismo, él desearía cambiar y amar más.”

“Las mujeres de Las mil y una noches de Shahrazad no escribían sobre la revolución, sino que la vivían sin más, de manera peligrosa y sensual, y siempre conseguían solucionar sus problemas. No intentaban convencer a la sociedad de que las liberara, sino que se liberaban ellas mismas.
...decidí entonces que si alguna vez dirigía alguna batalla por la liberación de la mujer, no olvidaría la sensualidad. Como decía tía Habiba: ¿Para que rebelarse y cambiar el mundo si no puedes conseguir lo que le falta a tu vida? Y lo que le falta más claramente a nuestras vidas es amor y lujuria. ¿Por qué organizar una revolución si el nuevo mundo va a ser un desierto emocional?

Por supuesto todo esta apuesta por lo emocional, la sensualidad, el amor y la lujuria, no va reñido con el compromiso por el conocimiento y la investigación aplicada a sus luchas. De hecho Fatima Mernissi es una autoridad mundial en los estudios del Corán, entre otras cosas.

Volviendo al libro de "Sueños en el Umbral", todo el relato sucede en los diferentes escenarios de un Harén doméstico, la casa en la que vive, salvo en algún capítulo donde la acción sucede en el harén de su abuela materna, cuya arquitectura y paisaje es completamente diferente, aunque las micropolíticas que lo rigen si se parezcan, y lo que en un caso son fronteras físicas y psicológicas que marcan las reglas de comportamiento, en otro caso basta con que sean psicológicas para seguir marcandolas.

A través del relato de la vida doméstica y sus micropolíticas, Fátima va reflexionando sobre el porqué de la no evolución (incluso involución) de la sociedad a la que pertenece, sin condenarla, porque es capaz de detectar las cualidades que tiene que serían envidiables para cualquier cultura, como el  hanan, que tiene lugar en los espacios de la primera planta y azotea de la casa, menos estrictos que la planta baja (“hanan, una cualidad emocional marroquí..que básicamente consiste en una corriente de ternura que fluye con naturalidad, despreocupada...las personas que ofrecen hanan nunca amenazan con retirarle el cariño a alguien si comete una falta leve o incluso grave pero involuntaria).
Fatima creció rodeada de mujeres que le enseñaron y le ayudaron a construir su vida tal cual ella quisiera, no debiendo estar anclada a las tradiciones que no comprendiese.
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Desde que lo leí pensé que es un libro para dibujar, para ilustrar las experiencias y las micropolíticas del espacio doméstico de un harén, porque desde ahí, desde lo micro y la multitud de visiones, se podrá comprender mucho mejor otras razones de ser del mundo árabe, mucho más complejas y ricas que lo que difunden desde los telediarios y medios oficiales.
Hace tiempo intenté dibujar algo de lo que en ese harén doméstico pasaba, extrapolable a los entornos domésticos que conocí en los viajes a Marruecos que he hecho. 
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Igualmente, estudiando la evolución en las micropolíticas de los espacios domésticos occidentales, podremos comprender mejor, desde más puntos de vista situados, por qué estamos donde estamos, y sobre todo, podremos imaginar mejor hacia dónde y cómo queremos ir. Por eso estos días, junto a la relectura de “Sueños en el Umbral”, me estoy leyendo “La casa, historia de una idea”, también recomendada por Ana Enguita y que fue uno de los punto de partida del PFC de Ester Gisbert.

Está claro que hacen falta nuevos cuentos, nuevos relatos para imaginar el futuro, pero hay relatos atemporales, o imprescindible de leer para poder escribir con mayor acierto los de nuestro presente.

Por eso, para poder contribuir a los nuevos tecnoimaginarios, o a la construcción de los relatos de heroínas contemporáneas como Hackerina, antes me tengo que leer (alguno de) los cuentos de “Las mil y una noches”, como el de la princesa Budur, e incluso tratar de dibujar-grafiar parte de los relatos de libros como “Sueños en el Umbral”.
De hecho el año pasado colaboré en un tímido intento por construir otra heroína contemporánea, LaFantástica, pero creo que nos faltaron inputs o contexto para continuarlo. No pasa nada, todo suma conocimiento y experiencia, y todo se continúa aunque sea en formas muy dispares.

De entre mis compañeros de eGruyere, quienes más están profesionalizando el oficio de contar cuentos desde las herramientas contemporáneas y hacia la construcción de relatos futuros, son Jose Abellán y Laura Yago, con el proyecto Tropos para construir nuevos imaginarios.

 Eternamente agradecida a Ana Enguita por fomentar la lectura entre sus amigas de "Sueños en el Umbral".

Hablemos de desarrollo local

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El título de este post es a propósito de conversaciones que he iniciado en los últimos meses , por un lado con un equipo de SILERUS (María Conesa, Jose Milara y Normando S. Javaloyes) a raíz de un proyecto común, y por otro lado con algunas de las compañeras del MASTER DIWO dentro de la red eGRUYERE, Laura, Sonia y Ester, a raíz de nuestra participación en un par de jornadas sobre desarrollo local, continuando así nuestras investigaciones sobre este tema, que suele encabezar Laura.


Pero además invito a que hablemos de “desarrollo local” porque creo que es un concepto que se usa cada vez más, al menos en el territorio en el que vivo, en las políticas públicas y en las conversaciones entre paisanos, empezando a convertirse, en el imaginario social, en uno de esos conceptos abstractos que se defienden sistemáticamente para el bien común, como ocurrió con la sostenibilidad. Pero, si no se reflexiona sobre qué significa para cada uno “hacer desarrollo local”, se puede caer fácilmente en simplificaciones dañinas, como los localismos oportunistas y cerrados, contrarios al desarrollo.


Así que primero parto de las definiciones generalizadas de este concepto, según los cuales el desarrollo local:


“Se basa en la identificación y aprovechamiento de los recursos y potencialidades endógenas de una comunidad, barrio o ciudad.1 2
Se consideran potencialidades endógenas de cada territorio a factores económicos y no económicos, entre estos últimos cabe recordar: los recursos sociales, culturales, históricos, institucionales, paisajísticos, etc.”


De estas definiciones generales se puede extraer que los ingredientes fundamentales para el desarrollo local son:
    1-Recursos y potencialidades endógenos
    2-Territorio físico
    3-Comunidad
    4-factores económico, sociales, culturales...
    5-Agentes o entidades públicas y privadas


Y ahora anoto y enlazo los posicionamientos críticos de otros autores a esta definición general o a alguno de sus ingredientes:


1_Los conceptos de “endógeno” y “territorio” son los más cuestionados por los Indianos, por considerar que dan lugar a un sistema cerrado, que no les representa, puesto que su comunidad y sus proyectos no se definen (inicialmente) por las fronteras físicas institucionales en las que habitan.
En este texto sobre Nuevos Territorios, Juan Urrutia comienza hablando sobre la necesidad de de-construir el concepto de territorio describiendo un nuevo tipo de comunidades:
“...hay comunidades, (llamémosle convivenciales) que pueden ser desterritorializadas...
el mundo camina - a causa de las TIC, la sociedad de la información y la globalización - hacia un confederacionismo generalizado, global...en el que las comunidades identitarias desterritorializadas jugarán un papel de barreras o cortafuegos contra la propagación de peligrosos incendios...”


2_Otros, como Pedro Alberto Cruz, dicen acerca de la territorialización de lo político:
... lo político siempre busca ocupar/conquistar un territorio. Así cualquier "lugar crítico" inicial se convierte en "lugar normativizado" por la política...
...la política no debería ser un lugar, porque en ese caso el lugar se transforma en monumento, en símbolo del poder...


3_François Asher hablaba, en los nuevos principios del urbanismo, de un nuevo tipo de territorios, las metápolis, habitadas por las sociedades hipertexto...de manera que las personas ya no se identifican con las fronteras geopolíticas, sino con el mapa de conexiones, físicas y virtuales, que construyen a lo largo del día. Podemos ser habitantes de lugares en los que no vivimos físicamente, pero con los que mantenemos un vínculo, una conexión virtual cotidiana.


Pues bien, en eGruyere tenemos claro que lo local es lo cercano a cada persona, no sólo ni principalmente lo cercano físicamente, sino aquello con lo que mantiene vínculos, con lo que se identifica, lo que forma parte de las interacciones de su vida cotidiana, lo micro frente a lo macro.Y así, lanzamos la pregunta:


    -¿Y si en lugar de territorios (geopolíticos) hablásemos de contextos o hipercontextos (físicos y virtuales, translocales, definidos por cada persona y/o su comunidad?
Y para contestar extraigo parte del texto que escribimos Laura, Sonia, Ester y yo:


La visión hipercontexto del Desarrollo Local. Las personas ya no vivimos en un contexto local geográfico, sino conectadas a muchos otros contextos gracias a lo digital. Esto no es una amenaza para el desarrollo local, sino una ventaja, porque éste es “accionable” con pocos medios y desde la pequeña escala, donde importan más las personas. En desarrollo local no hablamos de lo territorial, sino de lo pequeño frente a lo grande. Porque lo territorial tiene el peligro del endemismo, cuando, para salir de situaciones estancadas, lo necesario es interactuar con lo extraño y encontrar las conexiones que construyan nuevos objetivos.


Y quiero terminar enlazando a una herramienta, la plataforma RED de RELOCALIZACIÓN de RECURSOS, que a mi entender es un ejemplo de cómo somos capaces de gestionar esta realidad del desarrollo local como un sumatorio de hipercontextos, si tenemos o creamos las herramientas adecuadas. 
De hecho esta herramienta, desarrollada por la cooperativa MAZETAS y la oficina SIBARKIA, queremos utilizarla para la Consultoría sobre la Gestión de los Recursos que estamos desarrollando en el proyecto de las MInas de San Antón.
En próximos post profundizaré más sobre esta herramienta, y el concepto de RECURSOS SITUADOS, frente al de RECURSOS ENDÓGENOS.



“Pago Justo” y las nuevas costureras



François Asher explicaba en “Los nuevos principios del urbanismo” el paso de la Sociedad Industrial a la Sociedad Hipertexto. Yo me planteo, desde la propia realidad cotidiana que me rodea, si donde toca ahora trabajar no será en el paso de la Sociedad Industrial a las Comunidades Hipercontexto* que algunos consideramos propias de nuestra época.


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El sábado pasado proyectaron una película en el salón de actos de la localidad en la que vivo. Era un acto organizado por la Asociación Cultural Jacarilla 2012 y la Concejalía de la Mujer, y la película fue PAGO JUSTO. (el enlace lleva a una crítica interesante)
Las primeras escenas de la película son grupos de mujeres y hombres en bici entrando en una factoría Ford, en los años sesenta, en Dahenham, Inglaterra. Ellas eran las costureras de las tapicerías de los coches.
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La mayoría de espectadoras presentes en la sala en ese momento eran mujeres de mediana edad, que muy probablemente habrían trabajado un tiempo como costureras para MODAS ASTORIA, en una nave a las afueras del pueblo, hoy en desuso y propiedad pública. Su estado actual tiene algo de instalación artística, de los restos de una civilización extinguida. Un espacio inquietante para algunas de las personas que lo hemos descubierto y visitado recientemente, sobre todo las que hemos descubierto que nuestras madres trabajaron allí.
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La conexión fue inmediata, claro. Mis tias y mi madre me han contado con anécdotas cómo trabajaban en este lugar: un trabajo de costura en cadena que muchas veces, lejos de fomentar la solidaridad entre ellas, fomentaba la competencia, (a ver quien demostraba ser más rápida), o el reproche a quien iba más lento y disminuía la eficacia de la cadena. La solidaridad existía, no en el grupo entero de mujeres, si no en pequeños grupos (por ejemplo entre hermanas).
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Aún me queda mucho que indagar en el relato de la NAVE ASTORIA, pero ahora continúo con el de PAGO JUSTO, que también está basado en hechos reales.
Las mujeres de esta factoría de la Ford decidieron movilizarse en grupo, para reclamar el pago justo de su trabajo. Un trabajo clasificado como “no calificado” en un contexto político en el que un estado permitía por ley que una empresa pagara menos a las empleadas mujeres, por ser mujer.
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La cuestión es que es el relato de una batalla propia de la época que vivían, con una heroína como líder de todo el proceso de movilización. Y a esa heroína un día, una de las chicas que se estaba preguntado por el sentido de esa batalla, le dice:
“si es que, en el fondo ni siquiera me importa el sueldo. Sigue siendo el sueldo de un trabajo de mierda”.
Ella lo que en realidad deseaba, su vocación, era ser modelo.
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Pero la batalla de la época le llevó a luchar en una batalla que no era la suya personal, si no la impuesta por una sociedad,  aunque también era la de su grupo de amigas, la de sus compañeras de trabajo. Vamos, que se sacrificó, como las demás, para dedicar sus esfuerzos a reclamar por una ley de igualdad que las llevaría a sentir más dignidad pero a la vez a seguir trabajando en “un trabajo de mierda” produciendo con su trabajo el beneficio de una empresa que no las respetaba.
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Y yo me preguntaba: ¿Y si una vez conseguido que la ley prohibiese la discriminación por género, se hubiesen unido para crear su propio negocio? Claro que, si ese negocio no hubiese salido de sus verdaderas pasiones, seguiría siendo un trabajo no deseado, aunque habrían ganado, además de dignidad, algo de autonomía. 
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Más de treinta años después de que cerrara modas ASTORIA, una de las hijas de una mujer que trabajó allí, ha iniciado su propio negocio, su propio proyecto de vida, en Jacarilla. El proyecto se llama WE HAVE A PLAN . Miriam Aniorte es costurera también y diseñadora. Ella disfruta cosiendo los modelos que diseña, inspirándose en las cosas que le motivan. 

Su nave es un taller familiar, que ha reconfigurado a través de un trabajo colaborativo con más personas que, como ella, tienen la inquietud de crear sus propios negocios desde sus creaciones en el mundo del diseño. En este post, Ana explica de forma hermosa lo que cree que es WE HAVE A PLAN. Yo, y nosotros los SILERUS, tratamos de afianzar esas conexiones que ella nos lanza, para que nos reforcemos las unas a los otros en la convicción de que la abundancia local es posible.
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También formarían parte de todo este relato unas nuevas costureras, esta vez alicantinas, el colectivo y futura asociación TEJEMANEJE, que han reconvertido un bar en desuso en un local para aprender a tejer desde la creatividad e inquietudes de cada persona. María Maraña hizo estas prendas de ropa con los retales del ASTORIA, contando todo el proceso en este post. 
El próximo sábado vendrá a Jacarilla a darnos un taller de Ponchos, en familia, en la Casa Liquen, que estos días estamos de visitas frescas y de ganas de artesanías.
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Y claro, todo esto ya lo tenían pensado las tremendas Laura, Ester y Sonia, con su ruta de emprendedoras artesanas. Estos talleres están construyendo una nueva manera de hacer desarrollo local. De hecho estos días estamos intentado definir las cuatro, nuestro concepto de abundancia local, del que habla John Robb en su blog Resilient Communities.  Esos talleres en Jacarilla nos hacen falta chicas.

Con todo este conjunto de acontecimientos que me rodean, pienso que sea posible, poco a poco, construir el "pago justo"(otra economía posible y otros mercados desde las personas) de las nuevas costureras, que es sólo uno de los múltiples oficios desde los que tejer redes.

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