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A veces damos por supuesto que ya no es necesario explicitar en ciertos contextos ciertas cosas, y nos equivocamos. Por ejemplo esta convicción, propia de mi formación en la Escuela de Arquitectura de Alicante, de que hace tiempo que dejó de tener sentido la búsqueda de una única, acotada y más verdadera que las demás, definición de “la Arquitectura”(así con la A en mayúsculas) y que en su lugar lo interesante es que exista “una arquitectura por persona que la estudie”, surgiendo ésta desde su subjetividad. Los profesores que apostaron por esto, que en realidad se concentran en el Área de Proyectos, debieron pensar que es la forma en la que una escuela puede contribuir a que cada persona construya su identidad, sus modos de hacer, su ética y su oficio propio.


En palabras de uno de estos profesores, Juan Antonio Sánchez Morales: “Desde luego estoy muy lejos de la satisfacción y la plena identificación con Alicante (intento de expresión aglutinadora de un sistema pedagógico arquitectónico), pero hay cosas que a estas alturas de la "película" tengo rotundamente claras. Una es que en el impulso de la subjetividad está la clave de la experiencia ética en la docencia arquitectónica, y al menos por ahí mal no vamos.”

Y no sólo en la docencia arquitectónica. En el diseño y producción de arquitecturas, el impulso de las subjetividades, también es para algunos la única vía de producir una ecología de las emociones como clave para la sostenibilidad.

¿Y a qué viene explicitar algo así por estas tierras?


Hace poco más de una semana fuí a la Escuela de Arquitectura de Alicante y junto a tres compañeras más, todas exalumnas AeA, contamos nuestros Proyectos Finales de Carrera. El público consistía en alumnos de arquitectura representantes de todas las escuelas de españa.
Tras la exposición de algunos PFC, escuché cómo alumnos, nada familiarizados con este tipo de docencias, se decían entre sí:
“en esta escuela no hacen arquitectura”


La cosa es que oir ésto no me escandalizó en absoluto, porque yo soy de las que piensan que lo que se hace en proyectos como los presentados ese día, (escogidos por ser representativos de la diversidad en la docencia AeA), es aplicar conocimientos arquitectónicos al diseño de servicios, objetos, experiencias... que plantean modificaciones, de manera deseable desde la subjetividad de quien lo realiza, sobre la realidad en la que actúa.

No necesito reivindicar que el resultado de esto es Arquitectura, pero tengo claro que contribuye a la innovación de la propia disciplina arquitectónica. También tengo claro que lo importante no es eso, lo importante es que las personas podamos desarrollar nuestros oficios, nuestros modos de hacer, nuestra ética propia, haciendo uso, entre otros conocimientos necesarios, de los arquitectónicos. Ésto nos podría llevar a aportar valor, el valor que consideramos deseable, a aquellas realidades sobre las que trabajamos. Nos podría llevar a innovar en ellas.

Otros compañeros tienen tan claro como yo esto. Jose Milara, de Proyecto áSILO, no se presenta como arquitecto, sino como una persona con conocimientos arquitectónicos, entre otros conocimientos, como por ejemplo en instalación de toldos, o en hacer zapatos de cuero (profesiones de su abuelo y su padre, en las que él ha sido aprendiz). De estos conocimientos hace uso, de manera combinada o no, dependiendo del contexto. Sergi Hernández también hablaba de esto hace tiempo, refiriendose a focalizar, antes que en las competencias atribuidas por el título de arquitecto, a las destrezas o habilidades adquiridas durante la formación. Este otro post hace una reflexión a su manera sobre qué hacer con este conocimiento, focalizandose en el cliente y/o en los servicios que de verdad se demandan en los contextos en que trabajemos. Y Ester Gisbert creo que no para de contribuir, con sus reflexiones, a esas nuevas prácticas arquitectónicas (o de construcción del entorno) posibles.

No digo que sea fácil, ni que todas estemos consiguiendo dar continuidad de forma exitosa a los trabajos, investigaciones o modos de hacer planteados desde esos proyectos finales de carrera. Pero muchas continuamos investigando desde la experiencia propia, lo cual es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de subjetividades y de una ética propia, entendiendo la experiencia como "forma de relación del ser humano con el mundo, a través del cual intenta construir un sentido para su "propio ser en el mundo". (El cuarto saber, guía para el aprendizaje experiencial)
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Estos días leo “El antropólogo inocente”, de Nigel Barley. Narra un ejercicio de trabajo de campo de larga duración para una investigación en antropología cultural. La mayor aportación de este libro es su forma literaria, entre el ensayo y la literatura (o discurso) testimonial, con grandes dosis de humor, que como dice el prólogo (las negritas son mías):
“...convierte a Barley en un verdadero ejemplo para la profesión en dos sentidos: como vulgarizador sin pérdida de rigor (cosa del todo inhabitual y absolutamente necesaria), y como hábil penetrador de la opacidad de otras culturas (y de otras mentes en general), de la única manera que esto puede hacerse: con cautela, con humor, con ciertas triquiñuelas del oficio (cuya receta nos da), y confiando pacientemente en la suerte.”


No es un ejemplo de antropología aplicada a una posterior intervención, y estas palabras en el segundo capítulo, dejan clara esa clásica visión contrapuesta entre la labor del antropólogo y la del emprendedor: 

“Durante el tiempo que pasé en Camerún conocí a muchos especialistas de este tipo, algunos de los cuales me acusaron amargamente de ser un “parásito de la cultura africana”. Ellos estaban allí para compartir conocimientos, para cambiar la vida de la gente. Yo lo único que pretendía era observar, y con mi interés podía alentarles supersticiones paganas y el atraso. A veces, durante las silenciosas vigilias nocturnas, yo también pensaba en ello, lo mismo que en Inglaterra pensaba sobre el sentido de la vida académica. No obstante, en la práctica parecía que los resultados que obtenían eran mínimos. Por cada problema que resolvían, creaban otros dos. Tenía la impresión de que los que afirmaban ser los únicos poseedores de la verdad eran los que más debían inquietarse por el transtorno que causaban en la vida de los demás. Aunque sólo sea por eso, del antropólogo se puede decir que es un trabajador inocuo, pues el oficio tiene como uno de sus principios éticos interferir lo menos posible en lo que uno observa.”

Sin embargo, el conocimiento y manejo de conceptos y herramientas propias de la antropología y la sociología, en sus versiones aplicadas, es considerado por un número cada vez más creciente de personas, desde el ámbito de la empresa al de la cooperación, como imprescindible para combinarlo con el pensamiento de diseño, íntimamente unido al espíritu emprendedor, (que a mi me gusta más llamarlo actitud de diseño), y llevar así a cabo proyectos de (re)construcción colaborativa del entorno. Esta actitud acepta que se resolverán viejos problemas y se crearán nuevos, pero es de esperar que sean cada vez menos perjudiciales, pues si partimos de la antropología aplicada y la sociología, lo que está en el centro es dar servicio o mejorar la vida del ser humano. También se puede presuponer que estos nuevos problemas serán motor de nuevas investigaciones y emprendimientos, vamos, motor de innovación, allá donde fuera algo deseado.


Amalio Rey explica muy bien en este post lo que considera que aporta la Antropología al Design Thinking . Extraigo aquí los puntos que más me interesan y les añado comentarios y dibujitos:


“Esa idea humanista de la innovación es la que potencia el rol de la Antropología como “ciencia social que estudia al ser humano de una forma integral” por:


    1-Su fuerte naturaleza empírica, dado que se basa en la observación directa y en el método de trabajo de campo de larga duración ...
Yo hablaría aquí además de la importancia de la experiencia directa y del aprendizaje experiencial para comprender mirando desde dentro y desde cerca, interactuando y viéndose afectado por el contexto.



    2-El énfasis que pone en los métodos cualitativos de investigación
No se rechazan los métodos cuantitativos pero no son ni los únicos ni los más determinantes, deben poder retroalimentarse. Se considera que las investigaciones cualitativas se basan en descripciones interpretativas, mientras que las cuantitativas en datos. Las primeras tratan más de contestar a las preguntas POR QUÉ? CÓMO?..., y las segundas a CUÁNDO? CUÁNTO?...Tanto las metodologías empleadas como la información registrada son muy diferentes y fundamentales para las posteriores tomas de decisiones.


3-La “especificidad”, que es uno de los atributos que más trabaja y valora el enfoque antropológico, al poner el foco en la “variabilidad humana”. Esta visión es crítica para detectar oportunidades de innovación de nichos.
Cada persona tiene nombre y apellidos, y no es reducida a un sujeto tipo (aunque para parte de los análisis sea necesario categorizar en colectivos o agrupaciones). Esto es consecuencia de esa obsesión por mirar de cerca.
 4-La intención primaria del enfoque antropológico... de comprender las motivaciones de las personas en su toma de decisiones en un contexto dado; lo que la hace muy útil para discernir si una “innovación” añade valor para las expectativas del potencial beneficiario.

5-La mirada independiente. explican Augé y Colleyn: “La antropología pone en crisis el decorado de las verdades establecidas ya que durante su estancia sobre el terreno el investigador está obligado a dejar atrás la protección que supone el conformismo respecto a un orden concreto del mundo”.

Tiene esto que ver con la mirada del extranjero, o la mirada del niño. Y no sólo se ponen en crisis las verdades establecidas en el contexto observado, sino también las propias del mundo del que se viene.

6-El acento que pone la Antropología en empatizar con los sujetos de estudio. Esta vocación se resume bien en esta idea: “No juzgar, sino comprender”, y que está en el centro mismo de las lógicas innovadoras de éxito.



En cuanto a la Sociopraxis, fue un campo de conocimiento del que hice mucho uso durante la realización del proyecto de investigación y cooperación realizado en el Oasis de M´Hamid, pues se trata una metodología de innovación social y de resolución de conflictos a través de un “acoplamiento de metodologias implicativas”. Pienso que es realmente operativa antes y sobretodo durante el proceso de desarrollo de los proyectos.


Uno de sus principales autores, Tomás Rodríguez Villasante (2003), dice : "... lo científico social no se puede acabar en la descripción de algunos hechos, sino que tiene que pasar a la construcción social de las redes de sujetos y de sentidos reflexivos.(...) Señalar los síntomas no es diagnosticar con precisión y menos intervenir con eficiencia. Sin duda es muy bueno partir de estos síntomas tal y como son señalados por los sectores populares, pero en muchos casos sólo se está haciendo un planteamiento inicial, que necesita talleres y mucho trabajo adicional para ir construyendo unas realidades más operativas".


En cualquier caso, esta ecuación de conocimientos Antropología Aplicada + Sociopraxis + Pensamiento de Diseño, lo que significan para mí es que LO IMPORTANTE ES INVESTIGAR HACIENDO O HACER INVESTIGANDO, teniendo las herramientas y las metodologías, en constante evolución, para profesionalizar estos Modos de Hacer.


El ejemplo más reciente (y cercano a mi), que me deja clara esta necesidad, es el proyecto de MultiHabitat India. Un proyecto diseñado para crear un entorno cooperativo entre ONGs deseosas de llevar a cabo su trabajo, estudiantes deseosos de aprender en situaciones extremas, y aquellos habitantes de un slam, en la Bangalore, la India,deseosos de mejorar sus condiciones de vida....


Podeis leer la bitácora completa del proyecto, aquí o aquí, ya que el equipo formado por algunos miembros y colaboradores de Proyecto áSILO y de ASM ha llevado a cabo el compromiso de comunicar y hacer transparente todo el proceso. No tardareis en daros cuenta que parece más la bitácora de unxs antropólogxs improvisados (por pura necesidad ) que de unxs arquitectxs, que también.


Lo que quiero decir no es que ahora todos tengamos que ser expertos sociólogos o antropólogos. Lo que digo es que está muy bien que se estén instrumentalizando estas disciplinas para su aplicación concreta, que conocerlas cuando es el pan de cada día de tu trabajo, es más que recomendable, y que si no tienes tiempo de hacerlo, al menos habremos de ser conscientes de la necesidad de formar equipos donde alguien tenga estos conocimientos y los ponga al servicio de la “actitud de diseño”.


En este extracto del texto descriptivo del proyecto Taller Particular_11 de Mayo, por Al Borde Arquitectos, hablan de lo fundamental del conocimientos antropológico dentro del equipo de proyecto:


“Parte del éxito del taller ha sido por el papel que ha jugado la antropóloga.  Tanto alumnos como comunidad se dieron cuenta de su importancia. Nos parece vital enseñar a nuestros estudiantes el valor del trabajo multidisciplinario.
 Con el tiempo habíamos aprendido que la clave del éxito para el trabajo con comunidades no es cuestión de suerte (algo habrá sin duda) lo importante es que tengan una organización fuerte, consolidada y bien representada, sin esas condiciones preferimos no involucrarnos.  Bajo esas directrices la antropóloga seleccionó el Barrio 11 de Mayo, próximo al parque industrial de Turubamba en el límite sur de la Ciudad de Quito.”


Yo si creo que hay algo de suerte en estos procesos, y en “el Antropólogo Inocente” Barley habla de ello. Es obvio que no todo puede estar planificado, por muy rigurosos que seamos en la aplicación de metodologías para interpretar la realidad, aunque sean fundamentales para hacer posible un desarrollo deseable del trabajo realizado, no son suficientes. Se ha de confiar en parte en el transcurrir de los acontecimientos, estando muy despiertos, para captar la importancia de lo inesperado, lo que no buscábamos.


En Multihabitat India contaban con profesionales de lo social, de la rama del trabajo social…
Me pregunto entonces si un mayor uso de la antropología aplicada y la sociopraxis hubiese podido evitar este desenlace que nos relatan con total franqueza: la deconstrucción de lo realizado por parte de los propios habitantes del slam, más que muy problablemente, sobornados por el dueño del terreno, que resultó ser una persona con la que claramente no había que colaborar y mucho menos convertirla en una pieza clave del proyecto.


¿Habría sido posible, sumando conocimientos, haber llegado a la conclusión de que lo que se construyese en el slum de Bangalore, debía ser móvil, para poder pasarlo de una parcela a otra, en caso de toparse, como ha sido el caso, con un propietario de terreno que incumpliese los acuerdos establecidos? ¿O directamente una antropóloga experta hubiese escogido otro propietario u otro slam donde la demanda, los implicados y los representantes fuesen claros y comprometidos?


Estoy convencida, al igual que el equipo Multihabitat, de la importancia de HACER, para descubrir y poder mejorar los procesos, y también de la absoluta necesidad de INVESTIGAR MIENTRAS HACES, al menos para "fracasar mejor" la próxima.

"Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor."


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